lunes, 18 de noviembre de 2013

La Generación “X”


Habláis de la generación “X”, la que nació hace ahora entre 30 y 40 años. Con permiso, escribe un padre de hijos nacidos en esos años.

Definís vuestra generación como la generación del crossfade; la generación puente entre lo antiguo y lo moderno. ¿Por qué "X"? ¿Equis de incógnita, tal vez? Bien, si es así tratemos pues de despejar la incógnita. Intentaré ayudar en esa tarea desde la perspectiva que me da el haber estado antes, el haber contribuido a alumbraros y el seguir estando, consciente, en el mundo de lo moderno; en éste vuestro mundo pero que también considero el mío mientras tenga la capacidad de discernir.

Observo en la autodefinición que hacéis de vosotros mismos que la nostalgia acaba de aparecer en vuestra vida de adultos. No os preocupe, a todos nos pasa, la memoria tiene cierta tendencia a querer sublimar el pasado. También observo que comenzáis a marcar diferencias con quienes os van a suceder; es normal, ya la marcasteis en vuestra adolescencia con quienes os precedimos, aquellos locos revolucionarios que vivíamos la vida obsesionados con la libertad… Sí, un concepto que no conocíamos bien, ni colectiva ni individualmente, pero que anhelábamos porque, al igual que a nuestros padres, vuestros abuelos, un señor bajito con bigote nos robó tan esencial concepto. Es normal que uno busque su propia identificación generacional, otra cosa es que científicamente la encuentre.

Fue evidente que quisimos para vosotros todo aquello que nos faltó, y es por eso que en la mayor parte de los casos tuvisteis bienes materiales que para la mayoría de nosotros fueron impensables; os cito algunos: un cuarto propio, vuestra propia intimidad preservada, ropa suficiente, calefacción, agua caliente, bicicleta, juguetes abundantes, una televisión propia, etc… ya de más mayores: permiso de conducir pagado, tal vez vuestro primer coche, incluso muchos de vuestros padres hasta seguramente os ayudaron a comprar vuestra primera casa; justo esa que ahora tanto os ahoga seguir pagando por vosotros mismos.

Digamos que si vuestra generación es la "X" la nuestra debiera ser la “V” (de valientes, de vencedores, de vendidos… no sé) Supongo que, siguiendo el alfabeto, la que está llegando será la "Y"  (de... ¿y qué más?) Esperemos que la “Z” no sea la de “zas y se acabó...” Veréis, mi generación se equivocó al trataros permanentemente como niños indefensos. Lo hicimos hasta justo el día que decidisteis salir de casa, así, retrasando vuestra edad de adultos, no nos dimos cuenta que os hacíamos débiles y un tanto conformistas; no os enfadéis conmigo, lo digo con gran cariño: en cierto modo burgueses y acomodados con lo que hay a vuestro alrededor. Sinceramente pienso que no supimos trasladaros el gen del inconformismo; ni tan siquiera hablamos con vosotros lo suficiente porque tal vez nos la pasamos trabajando horas y horas para pagar facturas y más facturas, aquellas con las que se compraba la confortabilidad en el seno de la vida familiar.

Definitivamente nos equivocamos y es justo que os pidamos perdón. Yo os lo pido. Debiéramos haberos enseñado a apreciar el valor de las cosas, a esforzaros para conseguirlas y, tal vez, a construir juntos una escala de valores coherente. Pero sobre todo, debiéramos haber estimulado en vosotros el desarrollo de un pensamiento crítico; algo que hoy os hubiera venido fantástico para sublevaros contra el poder que os presiona manteniéndoos en deuda insoportable y permanente, un poder que os tiene cogidos por la entrepierna y que decide cuánto y cómo tenéis que pagarle por acceder a una vida que, ya lo comenzáis a ver, se anuncia para vosotros mucho más infeliz que la que tuvimos nosotros, vuestros padres. De verdad lo digo, mi generación os tiene que pedir perdón. Perdón por no haber sabido realmente protegeros lo suficiente de las agresiones que la sociedad "moderna" traería consigo. No lo llegamos a ver, a intuir, y no supimos marcaros el camino para haceros seres realmente libres. En fin... Perdón.

Algunos de vosotros ya sois padres, tomaros esta función muy en serio y no cometáis nuestro error. Preocuparos de que vuestros hijos crezcan protegidos ante el abuso del poder; jamás les deis todo lo que os pidan; enseñarles a distinguir qué es lo esencial y qué es lo superfluo; formarles sí, pero sin ponerles metas concretas, mejor mostrarles que el fracaso es sólo la otra cara del éxito, de ambos se puede sobrevivir; educarles en la cultura del esfuerzo; enseñarles a respetar a los demás, pero también así mismos; hacerles ver que han de ser fuertes y enérgicos ante las agresiones de la sociedad mercantilista que pretenderá reducirles a simples productores para así sostener un mercado insaciable que terminará por devorar el sistema; mostrarles el camino de la evolución intelectual y hacer que aprendan a cultivar la inteligencia emocional y el aprecio por las expresiones artísticas; invitarles a que escuchen y a que se instruyan en la experiencia de los otros, que sepan formar su propio criterio bebiendo en las fuentes que la naturaleza y la vida inteligente nos brinda.

En fin, queridos amigos, no me gustan los consejos porque, por parte de quien los da, siempre hay una tendencia a convertir en absoluta una verdad subjetiva y eso me da miedo, pero no sé de que otra forma se puede trasladar la experiencia vital acumulada. De verdad, siento mucho el gran error que mi generación cometió para con vosotros. 

sábado, 28 de septiembre de 2013

Balada de Otoño


Va pasando la vida y pareciera que no me doy cuenta de ello. He ido acumulando experiencia pero a veces siento como que no sé nada, y de lo que conozco bien a menudo la rutina hace que me olvide.

Me he tenido que acostumbrar a la imagen que me devuelve el espejo para verme como soy visto, y no como me pienso. Aún así me mosqueo con ese señor mayor que se asoma por la mañana a mi lavabo cuando me estoy afeitando. No me gusta mi aspecto, todavía confío en mejorarlo, me digo, pese a que en el fondo sé que lo más probable es que empeore. Se quiebra la imagen que tengo de mi mismo cuando me veo en videos o en fotos ¿Cómo puede ser que haya tanta discordancia entre la apariencia que tengo y la que me creo tener? Y me dicen que es cuestión de tiempo aceptar la propia decrepitud. Y sí, terminaré aceptándolo, pero es que precisamente no es mucho el tiempo que tengo por delante, aunque el cartel de “META” nadie sabe al final de que curva de la vida se nos lo vamos a encontrar.

Pero no, que no sufro por ello. La propia imagen la tenemos todos idealizada en mente desde que adquirimos conciencia de ser, pero la real es la que es y, a veces, paradoja, sin gustarnos a nosotros mismos, sí que somos capaces de gustarle a otros. Siempre fue así, incluso hasta cuando nos sentíamos guapos; algo que, los que tal vez en algún momento lo hayamos sido, nunca dejamos de serlo del todo, pese a que no nos veamos así.

Cada vez me gusta más observar la mirada de la gente por encima de su forma perimetral. Es a través de los ojos desde donde se accede a la verdad interior de las personas y así sucede que, en esas miradas, se encuentran los matices que precisas para detectar el atractivo real de quien observas. Tras una mirada hay todo un capitulo inconfesable de intenciones, es cuestión de observarlo. Digo inconfesables porque la voz es perezosa y torpe para decir todo lo que el corazón quisiera expresar. Como al juego del mus, con la voz se puede mentir sobre las cartas con que se juega pero con los gestos no.

Pero si esta noche no tenemos a nadie a quien mirar a los ojos, al menos cerremos los nuestros, dejemos que una suave brisa nos acaricie y pensemos en todo aquello que alguna vez nos hizo bellos como los ángeles. Pensemos en el amor que hemos sido capaces de dar y recibir. Esa es la materia esencial con la que se construye el afecto, el propio y el que nuestras manos pudieron entregar. Hacer con ello un homenaje a los mejores días de vuestra vida en esta balada de otoño.

jueves, 11 de julio de 2013

El "Libro de Asfalto" ya es cosa cierta.


Me acaba de llegar el "Libro de Asfalto" justo esta misma mañana. ¡Por fin!

Han pasado muchos años, creo que fue allá por 2003, cuando me encontré en Ávila con Josemi Valle a tomar unos cafés, lo que aprovechó para trasladarme la idea que tenía de escribir la biografía del grupo al que he dedicado el grueso de mi carrera. Le respaldé desde el principio y me puse a su disposición para lo que juzgara necesario. Le sugerí que hablara con todos, y que, de lo que le contaran, extrajera sus conclusiones en libertad. Creo que así hizo. Y yo encantado, porque la subjetividad de la visión individual a veces es enemiga de la verdad. 

Unos meses después lo tenía terminado. Nos envió una copia del original, creo que a todos. Lo leí con avidez y me pareció que, además de estar muy bien escrito, se ajustaba mucho a la realidad que yo conservaba en mente; naturalmente había cosas que no las recordaba así, e incluso alguna que me parecía no ajustarse a la percepción que tenía de los hechos, pero, como he dicho antes, eran solo detalles porque el grueso es coherente al contraste con mis recuerdos. 

Mi agradecimiento personal a Josemi Valle es enorme. Que algo así exista, es sólo producto de su voluntad y del afecto que tiene por Asfalto. Yo no puedo menos que reconocérserlo públicamente. La historia que no se recuerda se diluye en nada, y el hecho de que un libro así exista, a todas luces agranda la trayectoria de Asfalto; consigue rescatar el nombre de esa especie de olvido histórico que de común, respecto a la banda, los cronistas de lo musical tienen; olvido al que tal vez nos hemos hecho acreedores al no mostrar, nosotros mismos, los que en algún momento formamos parte de esta banda, la suficiente perseverancia. Ahora, cuando el grupo cumple 40 años, ya veis: ni tan siquiera somos capaces de subirnos todos juntos al escenario, a entregarle un justo aplauso a todos los que nos han seguido por décadas. Ellos son quienes hicieron grande a esta banda. Pareciera que la supervivencia de Asfalto, que en buena parte se debe a mi obstinación, haya a quien le molesta. Me causa mucho dolor que algo asi se pueda dar, pero se da y no puedo hacer nada por evitarlo.  

Disfrutemos de la lectura de una obra meticulosa, escrupulosa, detallada y, sobre todo, tan impregnada del amor de quien la ha escrito. 

Gracias Josemi.


jueves, 4 de julio de 2013

El Hastío de este Estío




Este es un pésimo verano para la música en vivo, yo no recuerdo otro peor en 44 años. Sin duda es el precio que la profesión está pagando por décadas de intervención de la mano pública en la gestión cultural. Ahora no hay dinero en los ayuntamientos y todo se derrumba como un castillo de naipes, dejando en la penuria a miles de compañeros que, aunque con dificultades, hasta ahora, han pretendido vivir de tocar. 

Estoy a favor de que los poderes públicos creen y gestionen espacios e iniciativas para que la cultura fluya, pero no la contratación con cargo al presupuesto. Ya en el 82 comenzó a parecerme mal que la mayoría de los músicos termináramos dependiendo de los recursos públicos, como así ha sido, accediendo a una especie de funcionariado que no garantiza nada; hasta hace bien poco, ni las aportaciones a la Seguridad Social como cualquier trabajador. Eso impulso una dinámica quimérica de la puesta en valor del coste de la oferta, lo que produjo una inflación del costo de las actuaciones que producía sonrojo en muchos casos. Por décadas se dio la paradoja de que, algunos shows llegaran a tener cachets absolutamente desmesurados, injustificados. Y así era porque, quien los pagaba, no era socio doliente. La programación, mayormente decidida por alcaldes y concejales ajenos al mundo cultural, se realizó con preceptos de rentabilidad política, que no pública; de ahí que un artista incipiente, sólo por el hecho de tener cierta notoriedad pública, vamos: ser mediatico, como se dice ahora, de la noche a la mañana triplicaba y cuadruplicaba el cachet, por poner un ejemplo, de una banda arraigada dotada de trayectoria y argumentos artísticos contrastados. 

En esta época de recortes es normal que la tijera entre con menor dolor social por aquí más que por la sanidad o la educación. Y hasta puedo comprenderlo. Pero este estrangulamiento de la música, se suma a la devaluación que ya padece y eso deja un montón de incertidumbres colgadas del aire. Los músicos tienen poco de donde tirar para sostener sus carreras y sus vidas, lo que les envía directamente a girar alrededor del sumidero a punto de precipitarse por su negro destino. Definitivamente los jóvenes que con ilusión se acercan a la música, hoy lo tienen imposible; o por lo menos: mucho más difícil que lo tuvimos nosotros. Eso me duele más si cabe. 

Conviene debatir el futuro entre todos aquellos que puedan aportar visión inteligente. Hace falta encontrar el foro para hacerlo, cosa que no es fácil. 

Por lo demás, feliz verano a todos.

martes, 11 de junio de 2013

¿Qué es esencial?




El valor de lo esencial está ponderado por una serie de factores tremendamente difusos. Cuando somos jóvenes nos cuesta aceptarlo. Convivir con ello, manejarlo, es algo que intentamos con empeño en los años de la plenitud. Pero cuando ya vamos siendo mayores, se nos antoja una digestión imposible. Al menos ese es mi caso. Ahora que me veo intentando mantener el equilibrio, con un pie de facto en la tercera edad, siento que renace el rebelde que fui.

¿Y qué es lo que es esencial? Definitivamente: la vida, porque, después de ella, como mucho, se puede aspirar a ser un recuerdo en mentes igualmente perecederas. Es por eso que cada vez me subleva más la estupidez y el egoísmo a ultranza que denoto en esta sociedad que tanto me ha decepcionado. Aquí, el que puede pillar pilla y el que no, fríase en la sartén que algunos sujetan por el mango.

Dicho esto, sin voluntad de escalar los cerros jienenses que quedan detrás de Úbeda, voy a lo que voy al respecto del ruido de sables que se ha desatado (una vez más) en la Sociedad General de Autores… y Editores.

A veces, demasiadas, se confunde el sentido de una alianza por intereses colectivos con los individuales de quienes integran el conjunto. Pero cuales deben primar, ¿los unos o los otros?

Si damos por cierto que la SGAE es una entidad cuyo fin es la gestión económica de los derechos autorales individuales, es evidente que primero la pasta y después ya se verá. Pero si aceptamos eso (yo no) como argumento esencial, puede que estemos enterrando la función de ser esta Sociedad, la que se ha dado el colectivo autoral para su protección gremial, el instrumento capaz de contribuir a garantizar la dignidad del creador y del desarrollo de su oficio. Algo que está en la esencia fundacional de la misma.

Ahora, a las puertas de una trascendente Asamblea Anual, asistimos a una pelea que surge en medio de un fuego atizado por intereses económicos puramente individuales; así, al albur del enorme poder que los editores han conseguido dentro de la Sociedad, con sus peajes a los autores, y digo peajes por no decir expolio, están procurando el enfrentamiento entre los autores listos y los tontos.

Son listos los que han aceptado su juego y somos tontos los demás, aquellos que nos sentiríamos heridos en nuestra dignidad de creadores si tuviéramos que supeditar nuestra obra al carácter funcional que otros diseñan para la misma, reduciéndola al servicio de sus espurios intereses. Con ello, los creadores, terminan alejándose de la esencia de la creación artística: el impulso emocional. Con tristeza se permite que quede convertida en una simple interpretación para cuando casi nadie la escucha, y en muchos casos reducida a algo que ni tan siquiera es audible. Pobre de Don Ruperto Chapí, si levantara la cabeza, sacaría a patadas a los mercaderes de este su templo.

Claro que sí, podemos leer y escuchar argumentos emitidos por los beneficiarios de ese procedimiento que se emiten para enmascarar objetivos obvios, enfundándolos en un patético disfraz que rasga la inteligencia. Como se justifica lo injustificable dependiendo de cuanto beneficia a unos, en detrimento de todos. En definitiva, cuanta insolidaridad y cuanta poca vergüenza… a la hora de establecer alianzas dinerarias buscándole la trampa al sistema.

Entre tanto, se cierne sobre todos un cambio en la ley que oscurecerá el futuro, de por sí ya sombrío. Una ley que nos lo pondrá imposible a todos. Y todo esto mientras, los nuevos compositores, los que deberían estar llamando a la puerta, no se atreven a hacerlo porque les asusta el ruido que se escucha desde la calle. Que pena me da de ellos, lo tienen aún mucho peor que lo tuvimos nosotros.

Lo esencial es esto señores: sin matices, sin egoísmos, sin amiguismos, sin politiqueos, sin la búsqueda de prebendas, sin el anhelo de cargo alguno. Créanme, mi carrera profesional está ya amortizada, aunque activa, nunca seré más de lo que ya he sido. Ya sólo anhelo a que por más años pueda seguir haciendo música… y ustedes que la escuchen, si así lo esiman.

En paz.

Julio Castejón. 

lunes, 3 de junio de 2013

A la memoria de Pachi Escolano


Esta mañana, cuando ya no tenía forma de darle mi último adiós, he sabido de la muerte de mi buen amigo Pachi Escolano. Han pasado ya unas horas de la noticia y no puedo sacarme el dolor por tan inesperada pérdida. En mi cabeza no dejan de sucederse un montón de maravillosos recuerdos de vida compartida. 

Lo conocí tocando en Mamut, una banda joven de cuando todos lo éramos. Recuerdo la primera vez que asistí a un concierto suyo, fue en una sala junto a la calle Cartagena, en Madrid, lo que antes había sido la boite "Picadilly", punto de encuentro de la modernidad psicodélica de finales de los 60. Después, ya tocando en Casablanca, tuve el honor de producir dos de sus discos. Jamás me reí tanto en un estudio como en aquellas noches de aquellas fantásticas sesiones. Tenía un exquisito sentido del humor. Junto a Nano Hervás, formaba una dupla adorable, entrañable y divertida; un dúo brillante. Pachi amaba la música, tanto como la amo yo, y eso ya nos unía. Él se mostraba interesado por todo lo que hacía, yo encantado de mostrarle mis inquietudes. Me gustaba hablar con él de guitarras y estilos.

Pachi era hombre de conversación nítida, exenta de retórica. Discreto y educado jamás invadía espacios, todo lo contrarío, incluso te brindaba el suyo para que te sintieses bien a su lado; quien sabe si empujado por esa especie de complejo que tiene el que tiene, cuando está al lado del que no posee, algo que sólo experimentan los generosos de corazón, aquellos que entienden que el dinero puede enturbiarlo todo, incluso la amistad. 

Músico por convicción, abogado de profesión, usó esta última de sus facultades para ayudar a todo aquel que le pedía consejo legal, entre ellos me encuentro. Y es aquí que en los últimos tiempos me defendió de una acusación injusta, sin querer a cambio otra cosa que no fuera que le firmara mi último disco. Pachi no se si te lo dije suficientemente, lo repito: infinitas gracias.

Hoy me hubiera gustado rendirte mi último adiós, aunque por otro lado, conociéndote, seguro que de haberte podido consultar, tú me hubieras dicho que mejor me tomara unas cervezas a tu “insalud”. Y sí, es lo que pienso hacer.

Adiós amigo. Si ves a Terry por ahí, antes de que os pongáis a tocar un blues en el Bar de Rick, dile que también le recuerdo con gran cariño y que lo que éramos seguimos siéndolo.

Descansa en Paz.