viernes, 5 de septiembre de 2014

Falleció Gustavo Cerati

El gran músico argentino, protagonista de aquella aventura musical llamada Soda Stereo que surge en el país austral, justo en los tiempos de la guerra de las Malvinas, ha concluido su estancia en este mundo con esa muerte aplazada que lo ha tenido en estado de coma por cuatro años, después de que un accidente vascular lo agarró a traición tras un concierto en la ciudad de Caracas.

Y hasta aquí la noticia que muchos habréis podido leer en periódicos y en redes sociales; una noticia triste para millones de seguidores, una noticia triste para todos aquellos que valoramos la creatividad de un músico especial, diferente.

La muerte de Cerati, un gran desconocido en España, me remueve un sentimiento de frustración que mantengo latente por décadas. No se trata de un desencanto personal, sino colectivo. Es curioso cómo a ambos lados del océano, los ámbitos del rock se muestren como compartimentos estancos y sólo muy raramente, los trasvases, intercambios si se quiere, se hacen notablemente efectivos.

Es impensable que en el mundo sajón, el que canta en inglés, para entendernos, los productores discográficos y managers no se planteen por defecto el acceso al mercado global de sus promovidos. Así resulta que, cualquier banda más o menos consolidada, inglesa, americana, alemana o vaya usted a saber de donde, de común, vende sus discos y giras sin límites geográficos. Pues bien, no sucede lo mismo con quienes hacemos rock en español. Es evidente que, para nuestra desdicha, lo tenemos mucho más complicado.

A finales de los años 70, giraba por España un grupo, tal vez exiliado, no lo sé, nunca se lo pregunté, de la cruenta dictadura argentina. Se llamaban Aquelarre. Figuraban en el catálogo como una banda más de las que ofertaba el desaparecido Javier Gálvez, gerente de la agencia Centro Rock. Compartimos con ellos viajes, escenarios, penurias e interesantes conversaciones. Justo es reconocerlo que estaban, técnica y musicalmente, varios peldaños por encima que la mayoría de las bandas del por entonces incipiente rock nacional.

Gracias a ellos, descubrí el rock argentino. Ya por entonces me pareció increíble que los Charly García, Luis Alberto Spinetta, David Lebón, Nito Mestre, Pappo, etc… fueran ignorados por estos lares cuando, a mi juicio, el de entonces, y también el de ahora, me parecía que músicos como ellos habían conseguido ensamblar, mejor que nadie, algo que algunos de nosotros andábamos buscando: hacer compatible el idioma español con el rock.

¿Quién se tenía que encargar de facilitar la internacionalización de las bandas de aquí y de allá? ¿Los managers? En el caso del nuestro, ni tan siquiera conducía un coche… ¿Las discográficas? La nuestra le dio plantón en el 81 al propietario de un sello venezolano que se interesó en Asfalto, incluso después de viajar hasta Madrid, que tiene huevos la cosa...

Por la parte de quienes dependíamos, jamás se invirtió esfuerzo en esa necesaria internacionalización; es como si, para ellos, fuésemos artistas amateurs a los que dedicar una mínima atención. Para hacer esos esfuerzos internacionales ya tenían a sus melódicos; bueno, lo mismo que sucede hoy, no hay más que observar quienes cruzan el charco con todo el apoyo mediático detrás.

He imaginado tantas veces que hubiera pasado si Asfalto, a mediados de los 80, hubiéramos hecho las maletas… Tal vez nos faltó convencimiento, o quizás complicidad externa para ello, quien sabe.


Para acabar, dejarme que os comente, porque seguro que la mayoría lo ignoráis, que el hoy desaparecido Gustavo Cerati, junto a sus compañeros de Soda Stereo, realizaron una gira de reencuentro en 2007 que les llevó por toda América, de Norte a Sur, y que, esa gira, aún hoy, mantiene record de afluencia en el mundo latinoamericano: más de un millón de personas, de los diferentes países por los que la gira pasó, compró una entrada para escucharles. Pero aquí, como bien puedes imaginar, eso no fue noticia.  

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